viernes, 6 de enero de 2012

El vino, tu vino, nuestra botella rota


Vamos… que ya no hay canciones en tu cara
aunque se reviente la mañana.
Aunque fumes los caballos que caigan de los árboles
el cansancio
nos seca la boca.
Estoy escupiendo a mi amigo para que no se resigne.
Me estoy zarpando hace rato. No entra.
Conozco el zaguán de lo desconocido
No me asusta ni un león. Ni los pelos de la alfombra.
Salto. Reniego.
Hago un gesto raro
y la botella baila al revés.

Robo la chapa de algún falcon. Le pido un peso a la nena lobo.
Saco un policía del bolsillo.
Pareciese que salen de todos lados.
Presiento que los ojos se les caen si no te molestan.
Hacen círculos frontales. Te piden el documento. De dónde sos, etcétera.
Nunca te van a preguntar si necesitás plata o si te sentís bien en este mundo de mierda.
Encima las achuras en el asado ni te llaman.
Perdieron tu número de teléfono.

Dame un tiempo para poder aflojar.
No destiendas la sábana. Las emociones no se van a ensuciar.
¿SABÉS? Quise intentarlo.
Pero ya no te puedo ver ni los pozos de los cachetes.
Quizás me tire por la ventana. No me va a pasar nada.
No me duele nada. 30 boxeadores mortales
Podrían tratar de noquearme que no siento nada.
Una gaseosa te hace transpirar. La sirena del bombero te altera el oído.
No hay palabra mayor que la directa.
No hace falta que te levanten el autoestima.
Si todos los días
sos la misma.

El vientre toma agua.
Nuestra mente nos deja entablar conversaciones.
Hay motivos para encerrar la bóveda.
Pero también hay motivos para abrirla para siempre.
En esos renglones torcidos de la vida
de tu pecho.

jueves, 5 de enero de 2012

Papanicolau sangrante




Hay muertos que se asustan de los políticos.
Hay muertos que no querían votar. El cajón peruano comienza y suena.
La sangre de Cristo se entristece en tus venas.
Bajo el estiércol
de lo profundo de tu estupidez
juegan las mariposas y los cuervos del aire útil.
Hay penas que no se olvidan.
Estamos hechos de lágrimas que pican y asesinan…
Todavía hay gente que se enamora.
Ya no hay frío que te espere.
Ni sillones que se preocupen por vos.
Los renglones
torcidos de la vida…

Me abrazo a la sombra que aparece en el armario
y decido continuar
apretando la cadena. Aprieto fuerte.
Mi cuello se pone rojo.
La soledad se hincha de a poco.
Sale. Salgo.
Me voy. Me estoy yendo. Me fui.
Apago la luz que vuela.
Enciendo la chimenea.

Tener infección urinaria
No está bueno.